El escurridizo punto de equilibrio
Se supone que a medida que uno evoluciona en la vida, va logrando una mayor tendencia hacia una vida equilibrada. Hay un ideal en nuestro imaginario colectivo, por el cual asumimos que en algún momento, sí vamos a encontrar el equilibrio y la PAZ INTERIOR.
Sin embargo, en general la vida suele contener algunos momentos de certeza y muchos de incertidumbre, y por algún motivo, tendemos a pensar que eso está mal, que hay algo malo en nosotros que nos impide ser equilibrados.
Si bien creemos que estamos aprendiendo de nuestros vecinos de oriente al buscar ser más “zenes”, más equilibrados, lo que hemos hecho en occidente, me temo, es hacer del equilibrio casi un commoditie (se ofrece de todo a las personas para lograr ese supuesto wealth beeing). Pareciera haber una demanda social, en la que se exige además de éxito, felicidad plena. Hay que mostrarse pleno y feliz. Así se nos ve en las publicidades, así se nos ve en Instagram, así se nos ve en Facebook. Y esa felicidad de red social, se termina imponiendo como una demanda más, y no como una búsqueda genuina.
Buscando otra perspectiva al asunto, me puse a pensar en una balanza, de esas en las que se pueden comparar 2 objetos distintos, como la de la justicia. Son tan pocas las veces en las que se logra el punto de equilibrio, en general la balanza tiende a irse para alguno de los 2 lados. Entonces, ¿hay una subestimación de lo que implica lograr el equilibrio?
Otro ejemplo. Los equilibristas en el circo, los que caminan por la famosa cuerda floja. Lograr ese equilibrio les lleva años de práctica, y por algo nos quedamos todos fascinados y alertas al verlos, temerosos de que en cualquier momento den un mal paso. Definitivamente, creo que el equilibro se acerca más al instante que al modus operandi.
Esto encontré como definición de equilibrio: “Estado de inmovilidad de un cuerpo sometido a dos o más fuerzas de la misma intensidad que actúan en sentido opuesto, por lo que se contrarrestan o anulan”. Entonces pareciera que el equilibrio es más el arte de mediar tensiones, que la capacidad de sentir armonía.
¿Qué imágenes se nos vienen a la mente cuándo pensamos en la palabra equilibrio? Una mujer en ropa holgada, sonriendo, al aire libre, al sol… muy distinto del mediador entre 2 fuerzas.
Concluyo una vez más, que el equilibrio no es un estado ideal, sino un trabajo complejo y profundo, que implica conciliar tensiones y revisar esquemas de creencias de forma permanente. Y si de eso se trata, el único camino que encuentro posible, para no caer todo el tiempo de la cuerda floja, y andar a los golpes por la vida, es el autoconocimiento. Trabajar con uno mismo, para entender qué y cómo. Conocernos y sobre todo ser conscientes de nosotros mismos (Selfaknowledge y Selfawareness). Revisar nuestros patrones de conducta, trabajar para decodificar las emociones que vamos sintiendo. Descubrir de qué modo vamos procesando lo que nos pasa y como nuestras interacciones repercuten en los demás.
Sin dudas, ser conscientes de cómo somos, nos permite llevar adelante una vida más plena, que no significará necesariamente, más equilibrada.
Por Constanza Mandel
Psicóloga, Coach Organizacional, Partner en Mandel&Wirth