Tenemos asociado el stress a lo negativo, pero en realidad es un mecanismo de defensa, una forma de ponernos en alerta. Bien dosificado debiera ser una buena noticia.
Desde hace ya algunos años, que uno de los temas de los que más me piden herramientas en los talleres que dicto, es el stress. Y es también de los temas que más convoca e interpela a los participantes.
Pareciera que hemos naturalizado el vivir estresados. El nivel de ansiedad que caracteriza a la sociedad actual -todo rápido, todo ya- genera personas que se sienten abrumadas, incapacitadas de dar respuesta a las demandas del día a día.
Es cierto que en muchas ocasiones se hace un uso muy amplio de la palabra “stress”. Estar nervioso por algo, no es lo mismo que estar estresado. Estar fatigado, cansado, desganado, no es lo mismo que estar estresado.
Entonces, mi primer tip, a la hora de hablar de stress, es despejar si verdaderamente se trata de stress, o es otra cosa.
La sensación verdadera de stress, es justamente, esa sensación de estar “en falta”, “debiendo algo”, sin control sobre mi capacidad de respuesta diaria. Puede ser angustiante, y debiera ser pasajera.
Los mecanismos que se desencadenan en nuestro cuerpo en situaciones de stress, son mecanismos de huida o lucha frente al peligro. Ponen a nuestro cuerpo en alerta para “dar batalla”. Pero ningún soldado puede dar batalla 3000 horas seguidas, son mecanismos funcionales en el corto plazo, extendidos en el tiempo se transforman en enfermedades, físicas y/o mentales. Por eso, es muy importante no naturalizar el vivir estresados y trabajar para cambiar nuestra calidad de vida.
Ahora bien, los mecanismos fisiológicos de las fases de alarma y reacción del stress, son mecanismos que:
incrementan nuestro nivel de energía
nos permiten mayor foco, mejor concentración
nos volvemos más ingenioso y creativos para elaborar respuesta o soluciones.
Es decir, nos ponen en ese estado de máximo rendimiento, en modo “superhombre”. Un modo del que después salimos agotados, pero generalmente muy satisfechos.
Es importantes este autoregistro. Es importante identificar positivamente este estado “de superheroe”. Es importante además, disfrutar, sin culpas, del descanso posterior, evitando el autoreproche porque no puedo ser siempre ese “superhombre” o esa “supermujer”.
Y otra vez, es sumamente importante que sea un estado transitorio, y no permanente. Si me identifico como una persona que vive en estado de alerta todo el tiempo, tengo que hacer algo para resolverlo, tengo que empezar a trabajar seriamente en cambiar mi calidad de vida.